Las asanas de equilibrio son posturas de yoga que activan el core, fortalecen el cuerpo y focalizan la mente.
Pero para mí el verdadero reto de las posturas de equilibrio en yoga, es la actitud con la que se llevan a cabo. Como practicante, al abordar un asana de equilibrio puedes entrar en una postura de estas características con el cuerpo muy rígido. Excesivamente tenso porque mantenerte en la postura es el fin último y no importa el medio. Otras veces, incluso mantienes la postura en amnea. Esto es estar en la postura de equilibrio sin respirar. Aguantas la respiración. Generalmente con los pulmones llenos, porque el objetivo es hacer el asana sin caerse. No siendo consciente de lo que le exigimos al cuerpo.
El yoga es, además de una practica física extendida, un sistema filosófico indio que abre una puerta al diálogo interno. A la relación que tenemos con nuestro cuerpo. Con nuestro espacio interno. Intenta dar respuesta a cuestiones relacionadas con la mente. Sus funciones y la relación de ésta con el cuerpo y el entorno. Por lo que cuando en la clase propongo una postura de equilibrio mi objetivo no es mantenerse mucho tiempo en la postura sin caerse. Sino observar cómo se está en la postura. Cuál es la calidad de la respiración. Ser consciente de los micro-movimientos que realiza el cuerpo para ajustarse en cada instante. Sentir las emociones que produce la postura en el espacio interno. Mantener el equilibrio entre esfuerzo y bienestar mientras se practica la postura y todo esto desde la curiosidad de un niño.
Un niño busca la diversión en cada uno de sus actos, intentando una y otra vez conseguir ¡pasarlo bien!
Y ése es para mi, el fin último de los asanas de equilibrio y del yoga. Experimentar el cuerpo en diferentes posturas observando sin juzgar. Sintiendo sin valorar los resultados. Estando ahí, presentes. Conscientes de lo que es capaz de hacer el cuerpo hoy, sin exigencias. Permitiendo al cuerpo ser y estar en un estado en el que la tensión y la rigidez poco a poco se desvanecen.
Aldous Huxley, autor de ‘un mundo feliz’ defendía que los fines no pueden justificar los medios. Porque los medios usados determinan la naturaleza del fin que es alcanzado. Lo mismo pasa con el yoga. Si el asana se alcanza con tensión, rigidez e incertidumbre, la postura en sí genera estrés físico y emocional activando el sistema nervioso simpático.
La próxima vez que practiques un asana de equilibrio, observa tu cara y si te pillas con una cara seria, sonríe y ¡disfruta de la experiencia!